Postura Básica en la Danza Oriental

Para aprender a bailar Danza oriental, lo primero que debemos hacer es enseñar a nuestro cuerpo cuál es la postura correcta para la ejecución de los movimientos. Esta postura básica consiste en mantener las rodillas semi flexionadas, la pelvis se lleva hacia delante y hacia arriba, los talones juntos, las puntas de los pies ligeramente abiertas para favorecer el equilibrio y el peso del cuerpo desplazado hacia las almohadillas de los pies. En cuanto al tronco, intentaremos estar erguidas, pero no tensas, los hombros relajados y el cuello bien estirado. Los brazos estarán colocados a ambos lados del cuerpo, semiabiertos, con las palmas hacia abajo y los codos en flexión, como si nos apoyáramos sobre una mesa.
Es especialmente importante que las rodillas se mantengan en esa pequeña flexión, a fin de favorecer la correcta colocación de la espalda y la pelvis, evitando dolores en la zona lumbar. En resumen, imaginamos dos cuerdas, una atada a nuestro esternón (hueso del tórax, plano, central y simétrico, que ayuda a proteger el corazón y los pulmones) que tira hacia arriba de nuestro tronco, y otra cuerda atada a nuestro sacro (último hueso de la columna), que tira hacia el suelo enganchando nuestra pelvis.
Los movimientos requieren mucha flexibilidad y fuerza, pero, para que resulten armoniosos, se deben realizar de forma suave y relajada.
Un buen sentido del equilibrio es importante para lograr ser una bailarina ágil, realizando movimientos de destreza, rápidos, lentos pero con seguridad y precisión.Para lograr el equilibrio tenemos que ser consientes de muchas cosas: eje corporal, apoyos, donde está ubicado el peso de nuestro cuerpo, colocar la mirada en un punto fijo, ubicar el centro del equilibrio ( que se encuentra dos dedos por debajo del ombligo), y allí imaginar que las fuerzas se contrarrestan desde el centro hacia afuera (tanto arriba y abajo como los laterales) e imaginar también que las extremidades se alargan y se proyectan más allá de su verdadera extensión.

Así, si el cuerpo se ve tenso al bailar, no se disfruta, ni el público presente, ni uno mismo; en cambio si hay relajacíón, se puede apreciar mejor el movimiento.